lunes, 14 de octubre de 2013

AMIGOS PARA SIEMPRE!!!!: Recursos para resolver problemas y conflictos



Cuenta una leyenda árabe que dos
amigos viajaban por el desierto. En un
determinado punto del viaje discutieron
y uno le dio una bofetada al otro.
El otro, ofendido, sin nada que decir,
escribió en la arena: «Hoy, mi mejor
amigo me ha pegado una bofetada en el
rostro.»
Siguieron adelante y llegaron a un
oasis, donde decidieron bañarse. El que
había sido abofeteado y lastimado
comenzó a ahogarse y su amigo lo salvó.
Al recuperarse tomó un estilete y
escribió en una piedra: «Hoy, mi mejor
amigo me ha salvado la vida.»
Intrigado, el amigo preguntó:
—¿Por qué, después de hacerte daño,
has escrito en la arena, y ahora escribes
en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
—Cuando un gran amigo nos ofende,
deberemos escribir en la arena, donde el
viento del olvido y el perdón se
encargarán de borrarlo y apagarlo; pero
cuando nos pasa algo grandioso,
deberemos grabarlo en la piedra de la
memoria del corazón, donde viento
ninguno en todo el mundo podrá
borrarlo.

          Andaba yo leyendo el libro de "Emociones Tóxicas" de Bernardo Stamateas, cuando me metí de lleno en el capítulo de los ENOJOS. Entonces comprendí que yo tenía que leerlo para darme cuenta de lo que me estaba pasando con mi querido amigo. Conforme más leía, más ganas tenía de poder comunicarme con él y decírselo. Ojala, él, pudiera leer este artículo algún día... Tal vez así comprendería la inmensidad del amor incondicional, que no tiene ni género, ni etiqueta, ni clasificación, existe y es puro, así de sencillo.

RECURSOS PARA RESOLVER PROBLEMAS Y CONFLICTOS

Aldous Huxley escribió lo siguiente: «Los hechos no dejan de existir por el simple hecho de ignorarlos.» Y así es, existen maneras positivas y negativas de expresar el enojo. Como personas civilizadas que somos, nos urge aprender a hacerlo positivamente, sin herirnos ni a nosotros mismos ni al que se encuentra cerca de nosotros. Las emociones contenidas son las que determinan que la persona siga enfadada y continúen despertando en ella emociones tóxicas que atentan contra su salud emocional.

Si vivimos con enojo, terminaremos perjudicándonos a nosotros mismos y aislándonos del mundo que nos rodea. A nadie le gusta estar con personas que viven enfadadas, con broncas, llenas de ira y que lo único que hacen es hablar y tratar mal a todo el mundo.

La vida tiene su propio afán; por eso, tratemos por todos los medios posibles de hacernos y hacerle al otro la vida más fácil.

Pon, entonces, en práctica algunas de las siguientes sugerencias:

Remueve ideas viejas Si no lo haces, no podrás recibir ideas nuevas. El problema de muchos es que tenemos ideas viejas y cuanto más tiempo están en nuestra cabeza, más tiempo creeremos que son verdaderas, aunque sea una tontería. Necesitamos remover, rascar y sacar toda idea equivocada, hablarla con quien es necesario hablar para crear pensamientos sanos y correctos tanto en nuestra mente como en nuestra alma.

No niegues los problemas Es preciso reconocer que el problema existe, pero que no es nuestro lugar de permanencia.

Piensa que quizá no sea personal Cuando alguien tenga un problema contigo, no lo tomes inmediatamente como algo personal. Aprendamos a escuchar. Hay poder en el escuchar, porque el que tiene la información tiene poder. Dice Salomón: «Escuchará el sabio y aumentará el saber; el necio responde antes de escuchar.» Escuchar significa no interrumpir, no anteponer siempre mi postura. Motiva al otro a hablar, a expresar de la mejor forma posible su enojo. Saber escuchar es un elemento poderosísimo y las personas hoy más que nunca necesitan ser escuchadas.

Más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades. Salomón

Felicita todo lo posible Es difícil pelearse con alguien que nos ayuda y nos quiere. La dádiva es lo que siembras. Siembra felicitación, una palabra de admiración. «¡Cómo te has esforzado!» «¡Qué bueno lo que has hecho!» «¡Qué bueno lo que has logrado!» Sembrar palabras de aliento, de afecto, de consideración, abre caminos en medio de los conflictos.

La dádiva del hombre ensancha el camino. Salomón

Sal del automaltrato Resolvamos la violencia que los demás ejercen sobre nosotros sin dejar de resolver la violencia que muchas veces proviene de nosotros mismos. Existe también una violencia interna que muchas veces ejercemos contra nosotros mismos, emociones que aprisionamos, iras y enojos que no nos permitimos expresar ni verbalizar para no caer mal a los demás. Tal vez eres violento contigo mismo por no permitirte expresar lo que te pasa ante aquellos a los que más quieres. Quizás elegiste tolerar la ira, la angustia, la soledad para no discutir... Este es el camino más corto, pero no el que te proporcionará la energía que necesitas para cambiar y modificar tu vida. Nadie, excepto tú, sabe lo secreto de tus pensamientos y de tus emociones. El otro desconoce los procesos de cambio por los que estás pasando. Tomar el camino más largo, a veces, implica más cansancio y requiere de mayor perseverancia, pero seguramente es el que te conducirá al éxito.

La meta es aprender a expresar el enojo.

Sé consciente de que dependiendo de cómo veas tu futuro será tu presente Si en un determinado momento de tu vida te rechazan, habrá otros que estarán esperando una palabra tuya. Si alguien te ha rechazado, estás cerca de hallarte en el lugar donde te acepten tal y como eres y te ayuden a mejorar.
Si te han echado de un lugar, que no te importe; ve a otro. La gente agrede para que seas como ellos, pero nadie puede avanzar hacia el futuro mirando hacia atrás. No permitas que los otros determinen tu forma de actuar. Tal vez, ese que una vez te rechazó, con el tiempo, te necesite.

El enojo enfocado a la gente es tensión; pero el enojo enfocado en la solución es expansión.

Vuelca todos tus enojos en las soluciones, porque estás hecho para cosas grandes Permítete caminar en libertad, para hablar, para aceptar y para rechazar lo que no quieres en tu vida. Todas las soluciones a nuestros problemas están en nuestros pensamientos positivos. Esto significa hablar positivamente de nosotros mismos, motivarnos positivamente y pensar positivamente.

Tenemos genes, herencia y potencial para alcanzar todo lo que nos propongamos. Alimentémonos de todo lo que nos estimule, nos beneficie, nos fortalezca y nos ayude a seguir creciendo y a ser mejores personas.

lunes, 30 de septiembre de 2013

EL MANIPULADOR



Los lunes siempre tienen un sabor diferente... lo aprendí muy bien de una persona querida por mí. Digamos que te activan y sacan todo tu ingenio para encarar mejor el comienzo de semana. En esta ocasión, me tropecé con un texto que no podía evitar compartirlo en mi blog, por el significado tan grande que tiene. Que cada uno interprete como quiera. Pero para mí es como cuando ves el sol que se abre paso entre las nubes, se despejan tantas dudas que tenías... Este texto está sacado del libro "Gente tóxica" de Bernardo Stamateas.



el manipulador

Ella, triste: "Me gustaría que me regalaras flores" Él, al día siguiente: "Mi amor, te traje flores" Ella, enojada: "Ahora no las quiero, no fuiste espontáneo"

1. Estrategias de un manipulador

¿Te sentiste alguna vez obligado a dar información sobre asuntos privados a quien no tenías intención de contarle nada?, ¿te pasaron por alto, te atropellaron o te quitaron algo propio de una forma tan sutil que sentiste temor de confrontar con quien lo hizo?, ¿te está costando dar tu punto de vista y admitir que quieres cosas diferentes a las que te proponen?, ¿sueles dejar tus deseos de lado para atender los anhelos o necesidades de otras personas?, ¿sientes que quieren aislarte de la gente en quién mas confiaste toda tu vida?, ¿limitan, intencionadamente, tu acceso a cursos, promociones o ascensos en el trabajo?, ¿sientes que últimamente estás tomando decisiones que van en contra de tus valores o que haces cosas que normalmente no harías?.

Si respondiste a más de una pregunta con un "sí", déjame decirte que puedes estar siendo víctima de manipulación y probablemente has sido engañado. Cuando hablamos de engaño, no estamos hablando sólo de una equivocación de nuestra parte; todos nos equivocamos. Todos podemos "meter la pata". Pero con el engaño es distinto: el que te engañó, lo hizo con la intención deliberada de dañarte. Se metió en tu mente, te sedujo y te utilizó.

Por lo general, los manipuladores estudian a las personas en busca de su vulnerabilidad, de su debilidad. Ellos suelen tener como objetivo a la gente co-dependiente, crédula, gente con complejo de salvador o llena de culpa. Buscan personas que superponen la amabilidad a su propia dignidad, gente a la que le cuesta decir "no" y que teme a la confrontación. Debemos recordar que el único objetivo del manipulador es la destrucción y, para obtenerla, aplicará distintas técnicas:

Acoso moral: se da cuando el manipulador te grita o insulta, a solas o en grupo, asignándote tareas imposibles de lograr, atacando o descalificando lo que haces o dices
Maltrato verbal: es el que ejerce mediante amenazas o calumnias, destruyendo tu reputación, aislándote de otras personas, presionándote para que cambies de horarios, sueldos o tareas atacando tu religión o tus convicciones, poniéndote gente en contra o difundiendo chismes acerca de ti. El acoso es utilizado como un bombardeo psicológico que produce el exterminio emocional. Esto sucede durante un tiempo prolongado mientras el manipulador degrada y maltrata a su víctima sistemáticamente a fin de anularla como persona.

El manipulador trabajará adormeciendo a su víctima, quien recién se dará cuenta de que es manipulada al año o año y medio de padecerlo. El manipulador vendrá primero con palabras seductoras o de reconocimiento, pero lentamente irá introduciendo su descalificación, gritos e insultos. Cuando sea tu turno, te hará sentir permanentemente en riesgo de que si te equivocas de alguna forma, vas a perderlo.

Si eres su víctima, probablemente comenzarás a alejarte de todos tus afectos porque tendrás una idea fija en su mente: obtener la aprobación y no perder al manipulador en cuestión. Al principio, la víctima justifica su accionar y pasa por alto las agresiones.

Primero se pregunta:
• ¿Por qué me pasa esto a mí?
• ¿Qué es lo que hice mal?

Y luego minimiza la situación pensando cosas como:
• Bueno, no es nada, en realidad estaba muy enojado y por eso me trató así
• Lo dijo porque tuvo un mal día

El acosado o manipulado, suele sentirse confundido interiormente, con inmensos sentimientos de culpa y vergüenza. El problema es que cuantos más sentimientos de culpa y vergüenza sienta, mayor será el poder que el manipulador tendrá sobre su vida.

La manipulación estará apuntada a dos áreas: el hacer y el ser.

El hacer
El manipulador descalificará, cuestionará y rebajará todo lo que hagas; dirá:
- Estás mal sentado
- Te pusiste mal la peluca
- ¡Qué ignorante!
Su objetivo es quebrar la estima y una acusación constante logrará deshacerla.
El ser
Desvalorizará tu motivación, inventará malas decisiones para llenarte de culpas y malestar. En psicología, ese mecanismo se llama "satanización": él quiere hacerte creer que eres lo que no eres, que tienes características de una mala persona. Lentamente te aislará de los que quieres, de quienes te pueden ayudar y se unirá a otros para armar sus propios bandos.

2. Identikit de los manipuladores

Se sienten grandes y poderosos: intentan demostrarte que ellos saben cómo hacer dinero, un buen negocio, tener una pareja feliz, cómo criar bien a tus hijos, etc. Te van a contar muchas historias en las que siempre serán los héroes y jamás escucharás palabras como "no lo sé" en su boca, ya que aparentan saber todo.

Tienen doble vida: te dicen una cosa y hacen otra. Aparecen como seductores, amables, elegantes, personas geniales; pero todo eso es sólo una fachada. Si investigas, verás que en su pasado sólo hay "ex amigos", muchas deudas y resentimiento.

Llevan cargas pesadas: ya que para ellos la apariencia es sumamente importante, si se sienten descubiertos intentarán darte miedo. Después de hablar con este tipo de gente, no te quedará ni una gota de paz, sino una gran sensación de malestar y temor.

Tienen envidia: los acosadores, por lo general, no atacan a cualquiera: buscan gente que es querida, que tiene capacidades y reconocimiento público. Tu éxito los incomodará y les hará sentir mucha rabia. Ellos saben que tú tienes potencial, talento, carisma y condiciones que ellos no poseen. ¿Sabes qué es lo que pasa? Los manipuladores te envidian.

Son improductivos: sus vidas no dan frutos: si indagas sobre sus vidas te darás cuenta de que sus historias, las cuales te parecían tan fantásticas, son simplemente eso, historias ficticias, no reales. No hay nada que ellos puedan aportarle a tu vida ya que sus actos sólo los llevan a vivir en más miseria. Los manipuladores son personas que quieren tener control sobre tu vida. Si ven lo valioso que eres, que tienes éxito o simplemente perciben en tu vida algo que ellos no tienen, querrán sacártelo. Para ejercer control sobre tu vida, el manipulador se va a valer de distintas armas. En un principio utilizará la seducción, hasta lograr tenerte en sus manos. El manipulador suele aparecer como alguien que es protector, bueno, que te quiere amar, que te da, pero después, todo lo que te da, no tengas duda de que te lo va a querer cobrar.

El que te da sinceramente, nunca te va a pedir nada a cambio; en cambio el manipulador te dará para después venir a pedirte su recompensa. Exigirá que estés en todo momento para satisfacer sus necesidades, pero nunca estará ahí para cuando tú lo necesites. Tan hábil es que de apoco utilizará con mayor frecuencia la crítica, el maltrato y la culpa para manipularte. Te hará creer todo el tiempo que él vale más que tú para que te dé miedo perderlo y quieras retenerlo, cuando en realidad es él quien está manipulándote porque quiere quitarte lo que tú tienes.

3. Liberándonos de los manipuladores

Debemos aprender a alejarnos de la gente que nos quiere manipular. Si estás sintiendo que últimamente tus conductas no reflejan lo que tu conciencia te dicta, es quizás un aviso de que alguien está intentando manipularte. Si ya te diste cuenta, no lo dudes, corre lo más rápido que puedas y aléjate de quien quiere hacerte daño.

Primero:
• Conócete
• Aléjate de quien viene a robarte
• Aprende a escuchar las voces de tu conciencia
• No te aísles
• Evita reaccionar con ira. Eso es lo que quiere el manipulador
• No abras tu corazón a cualquiera
• Recuerda que hay cosas que son personales, no tienes porqué contárselas a nadie
• Elige tu dignidad antes que la amabilidad
• Aprende a decir "no"
• No seas co-dependiente
• Evita justificar las acciones de otros
• Libérate de los sentimientos como:
- Culpa
- Vergüenza
- Angustia -Odio
- Rencor
• No dejes que nadie te apure
• Evita prestar o pedir dinero
• No seas confiado por demás
• Evalúa tus relaciones
• Perdona y sigue adelante

Los manipuladores no manipulan a cualquiera. Si nos eligieron a nosotros y lograron engañarnos fue porque les dimos lugar de una forma u otra. Se metieron en tu vida, te engañaron y te quitaron la paz. Es por eso que antes que nada debemos buscar estar en armonía con nosotros mismos, conocernos de pie a cabeza y saber nuestras fortalezas y debilidades, ya que cuando conocemos nuestras debilidades, éstas se convierten en nuestras fortalezas. Y si sabemos cómo somos va a ser más difícil que alguien pueda engañarnos y así manejar nuestras emociones.

Es también de gran importancia que no nos aislemos: tu familia, tu gente de confianza, un mentor, son personas que debes tener cerca en cada momento. La gente exitosa siempre está rodeada de un equipo de personas preparadas para ponerle los pies sobre la tierra y ayudarla a evaluar todas las situaciones que se presenten a lo largo de la vida. Si un manipulador observa que tiene que enfrentar no sólo a ti, sino a tu equipo, sabrá que la tarea de manipularte será más que difícil. Mientras mayores relaciones saludables tengamos en nuestra vida, menor es la posibilidad de que nos manipulen.

Aprender a cuidarnos es un trabajo difícil, pero no imposible y debemos hacerlo. Decir que "no" cuando es necesario, no está mal. Hay muchos "no" que son saludables. Debemos aprender a distinguir qué nos hace bien y qué no, para poder elegir correctamente. Elegir nunca sacrificar nuestra dignidad es una decisión que nos llevará lejos. No dejes que te pasen por alto y evita justificar las acciones de los otros. Nada justifica el maltrato, no lo hagas una constante en tu vida. Si ya elegiste enfrentarte al hecho de que fuiste manipulado y decidiste que no vas a tolerar más eso para ti, ya estás en el camino al cambio.

4. ¡Hagámonos cargo!

Ahora bien: que hayas sido víctima de manipulación, no significa que tienes que vivir con sentimientos de odio y rencor. Quizás en el camino perdiste mucha autoestima, tu identidad quedó marcada, pero no dejes que eso siga envenenado tu vida. Perdona a quienes te hicieron mal y pon tu vista de nuevo en tus objetivos porque si no, vas a seguir cargando con un fardo demasiado pesado durante el resto de tu vida. Vuelve tu cara hacia las personas que te hicieron bien y sigue en búsqueda de relaciones sanas y que aporten a tu vida. No cometas los mismos errores; en el día a día evalúa tus decisiones siempre teniendo en claro qué es lo que quieres para tu vida. No te sacrifiques por ser amable de más. Si eliges no sacrificar tu dignidad, los frutos serán muchos y tu autoestima irá creciendo. Asume la dirección de tu vida y no dejes que nadie tome decisiones por ti. Son tus decisiones las que te llevan a convertirte en una persona manipulable o no.

Piensa que el hecho de que hayas sido víctima de manipulación sólo te sirvió para que nunca más te vuelva a pasar. Ahora conoces los diferentes tipos de engaños de esta gente y podrás desenmascararlos cuando se acerquen a tu vida. Arriésgate a exponer tus pensamientos, destierra tus miedos. Toma decisiones propias y olvídate de los sentimientos de culpa o vergüenza. Esta es la única forma en la que vas a ser libre de verdad, libre de cualquier tóxico.

viernes, 5 de julio de 2013

La Huída




            Había tocado fondo, ya no tenía más ilusiones a las que aferrarme. Seguir viviendo en donde estaba era una auténtica agonía, veía pasar los días sin el menor entusiasmo. Me costaba trabajo levantarme, me costaba trabajo comer e incluso respirar. Si por unos instantes me ponía a pensar en mi actual presente, automáticamente recibía una punzada en el corazón que se prolongaba por muchos minutos, entonces el estómago se rebotaba y tenía unas enormes náuseas. Aquello no era vida. No tenía ni idea qué es lo que había hecho mal para que mis días acabaran así, en una situación tan denigrante. Lo que  peor llevaba era que era consciente de todo lo que me sucedía y el dolor que ello contraía... Quería que el sufrimiento acabara, sentía que no me quedaba nada más por experimentar. Todo lo que tenía que vivir ya lo había hecho y la vida, esa maravillosa vida que todo el mundo repite hasta la saciedad, me parecía mi tortura diaria. Cada vez que me levantaba me decía un día menos de sufrimiento, pero también me preguntaba cuánto más iba a aguantar así. Tenía que hacer algo, por muy disparatado que fuera, pero tenía que irme por la puerta grande y no a escondidas, pues es lo que me estaba sucediendo.

            Mis tiempos de gloria hacía tiempo que ya habían transcurrido y sólo estaba inundada de miles de recuerdos, todos estupendos. Ahora me sentía en la más honda soledad. Es verdad que sentía que mi única compañía era yo y mi sombra. Pasaba muchos ratos hablándome de mil cosas, pero siempre permanecía esa sensación de infelicidad. Apenas hablaba con la gente, vivía en mi enorme mansión de oro con vistas a la hermosa naturaleza, pero eso tampoco era suficiente... a veces el silencio me quemaba los oídos. Sentía una y otra vez la nada, como si fuera una cuchilla que se te clava en el esternón y ves como se van derramando lentamente tus gotas de sangre. Había puesto en práctica mil posibles soluciones que en el pasado me fueron bien, pero no podía apartarme de ese fuerte sentimiento, se había alojado dentro de mí y no quería irse. Hablarlo con los amigos, los familiares o los psicólogos de poco servía. Estaba en un nivel mucho más superior que años anteriores, comprendía demasiado bien mi situación y la de los que me rodeaban. Sabía por activa y por pasiva, que sólo yo podría tirar para adelante, pero había caído en desgracia. Toda mi energía vital la había volcado en una sola persona que me había decepcionado, porque esperaba de ella que me respondiera tal como soy yo, pero sólo era un ser humano más en este mundo que busca su propio yo, sin pensar en nadie más. Yo sabía que para ser feliz, tenía que volcar todo lo que había experimentado en una única persona y esta vez tenía que elegir bien, porque cada vez que fallaba, la losa era más pesada. Eso se había traducido, en desconfianza y sobre todo falta de fe. Ya no creía en nadie que se me acercara con buenas palabras, porque temía que aquello se convirtiera con el tiempo en sufrimiento y a mí ya no me quedaban más fuerzas, no era una fuente inagotable.

            Con el paso de los días, había analizado todos los flancos posibles, de mi relación con esa persona. Sabía que no era una historia producto de mi imaginación, era muy real y sus buenos sentimientos estaban escritos, pero parecía como si todo aquello se hubiera evaporado... Así eran las personas, cambiantes e inseguras, salvo que aquella persona había jugado con mis sentimientos y yo me equivoqué al apostar todo con ella. Me sentía abandonada, muy triste y sin ganas de vivir... era una situación extrema, que sólo la podía percibir yo dentro de mí, puesto que no permitía que nadie supiera lo mal que me encontraba... Por eso cuando alguien me preguntaba qué tal estaba, me paraba unos segundos y pensaba qué decirle... Lo más fácil era mentir, porque si decía la verdad, tendría que dar explicaciones y ya no tenía ganas ni de darlas. No me apetecía que nadie sintiera lástima de mí, pues ya estaba yo que sentía lástima de mí... Tantos años que había vivido y no había conseguido lo que la gran mayoría, crear una familia. Me sentía un bicho raro, una fracasada, una mierda de persona... Todas mis exparejas, al final, habían conseguido lo que yo tanto anhelaba... y me preguntaba qué falló... En esta última había puesto toda la carne en el asador, había sido tremendamente paciente, algo que hasta los amigos me lo reconocían, constante, generosa, alegre, disponible, pero ni uno de esos valores servía de nada. Yo creía que la otra persona sentía algo por mí, pero tal vez sólo fui un juguete más en sus manos, hasta que lo despedazo sin querer y ya se aburrió...

            En fin, algo tenía que hacer... y pensé que lo mejor que podía hacer era huir, salir de este país que se iba cayendo poco a poco, no sólo económicamente, sino en valores. No encontraba ni una sola persona que fuera espiritual, todo el mundo basaba su vida en aspectos superficiales como un buen trabajo, dinero, casa, coche, familia, etc... Y yo quería mucho más que eso... Tal vez eso lo veía en mis más allegados. En fin, no creía que fuera exigente en lo que yo quería para expandirme, pero eso sí, necesitaba sentir esa maravillosa chispa y con él la sentía, incluso cada vez que me rechazaba, que me negaba o me martirizaba con sus frases desacertadas. Yo sabía que no era perfecto, pero para mí sí lo era, aunque evidentemente fallaba algo, yo no era para él. Luego la relación no era bidireccional y yo había fracasado estrepitosamente. Mi corazón estaba hecho añicos y aún así, seguía latiendo, pero seguramente mi dolor estaba generando una enfermedad que luego me pasaría factura... Entonces para qué aferrarse a esta vida... si cuando mejor estés te irás sí o sí.

            El caso es que ya casi lo tenía decidido. Me iría al norte de Europa a empezar mi nueva vida. Allí aún conservaba un contacto que siempre se había portado correctamente conmigo y pensaba que podría echarme un cable, para establecerme y continuar con mi vida. Me alejaría totalmente de mi anterior vida y me iría a un país de cultura totalmente diferente a la que hasta ahora había vivido. Gente más fría, pero más noble. Ya estaba cansada de tanta mentira y tanta juerga, quería algo con fundamento y estaba convencida que allí podría hallarlo. Pero antes, me daría un baño de espiritualidad en el país por excelencia que lo tiene, La India, me iría una larga temporada allí para reencontrarme, para enterrar si podía ese sentimiento de afecto, de posesión, que me impedía seguir avanzando. Ya no era mío, ya era sólo un sueño, ya había llorado suficiente y no había servido para nada tanto querer, ni tantas lágrimas. Había aprendido la lección, no vale la pena sacrificarse por nadie, porque nadie jamás te lo agradecerá, ni te lo tendrá en cuenta. A nadie le saldrá del alma quererte. Me sentía que la única que era capaz de amar era yo y eso era lo mismo que estar sola.

            Me despedí de mi familia. Les prometí que cada semana sabrían de mí y que cuando pudiera les haría una visita, pero tenía que dejar claro que me iba indefinidamente, porque necesitaba respirar, ya que allí me estaba asfixiando. Ya no me conectaría todos los días a la red, ni estaría pendiente del móvil. A donde iba, no me hacía falta, salvo cuando empezara a trabajar en mi nueva residencia, pero los siguientes meses prometían ser de cura espiritual. Tenía que recargar toda la energía que había perdido en esa persona. Había perdido siete años de mi vida en una ilusión que murió, a pesar que yo la deseaba con toda mi corazón. No quería maltratar esa ilusión, no quería echarle la culpa a nadie, ni siquiera quería olvidarle... simplemente quería vivir y dejar de sufrir. Así que también me despedí de él. Le escribí un escueto correo en el que decía que me alegraba que le fuera todo mucho mejor y que ya veía que no me necesitaba, por lo que había decidido desaparecer, pues la misión debí de cumplirla. Le dije que nunca le olvidaría y que siempre le querría, pero que esos sentimientos ya carecían de significado para él, pues ya era innecesaria. Me iba de su lado con el corazón roto, pero aún así quería vivir y que no me buscara, porque ya no me encontraría donde siempre.

            Me había deshecho de un peso grande de mi vida, ya nada me ataba y era realmente libre. Me hice la maleta. Era una maleta especial, pues me mudaba para siempre de casa. Así que en un par de maletas puse lo imprescindible para ir tirando los siguientes meses y cuando tuviera una dirección fija, haría que me mandaran el resto de cosas... ese fue mi plan. Mi contacto me recibió con los brazos abiertos cuando me recogió en el aeropuerto. Creo que mi nueva vida empezaba bien, al menos, estaba empezando a recibir buenas vibraciones. En la primera noche, le resumí todo lo que me había ocurrido y él me escucho atentamente, sin perder el hilo en ningún momento. Entendió todos los pasos que iba a seguir y prometió ayudarme en mi instalación en su país. Durante los siguientes días, estuve muy entretenida inspeccionando mi nuevo hogar, las calles, las gentes, el clima... todo era nuevo y era maravilloso. Me dije a mí misma por qué no lo hice antes.... me hubiera ahorrado mucho sufrimiento. Y llegó el día en que partía para La India. Era la tercera vez que visitaba este país y siempre me había dejado un recuerdo impactante, así que estaba contenta de ir, pero esta vez iría sola. Mi primera ciudad a visitar sería Varanasi, quería ir a la ciudad de los muertos y darme un baño en aquellas aguas tan contaminadas, como yo lo estaba en mi propia vida. Pero antes de irme, sucedió algo inesperado...

            Mi móvil sonó. Era mi prima. Me sorprendió mucho su llamada, pues ella nunca me llama, aunque sí era cierto que en el último año, la había visto tres veces, todo un récord en los últimos diez años. Me preguntó lo de siempre, que qué tal estaba y se hizo la sorprendida cuando le dije que me había ido de casa para siempre. En verdad, mi prima ocultaba mucho más en esa llamada, que más tarde confesó. Había recibido la llamada de él, puesto que conservaba su teléfono de aquella vez que yo usé el teléfono de mi prima para ponerme en contacto con él. Por lo visto, él me escribió algunos emails que yo no había leído, debido a que no me molestaba ni en leer mi correo, ya que no me apetecía recordar nada que me devolviera al pasado. Tampoco había encendido mi móvil durante casi una semana, ya que quería absoluta desconexión durante varios días. Lógicamente debía de tener tantas llamadas que ni quedaron registradas, salvo las últimas que eran todas de mi familia, nada de él. Mi prima me contó que él parecía bastante desesperado cuando la llamó, porque no me localizaba y temía que hubiera hecho algo estúpido. Tuvo la buena memoria de acordarse de que yo alguna vez le dejé migas de pan, por si algún día yo desaparecía del todo, para que tuviera otros contactos con los que hablar y que pudiera saber de mí, pero obviamente por su parte nunca tuve un enlace intermedio. Supuse que mi última teoría sobre él, era que yo realmente no era importante para él... así que... así me quedé, sin darle más vueltas al asunto. Ella me contó que él quería verme, quería hablar conmigo, necesitaba mirarme a los ojos... Pero obviamente ya era tarde, yo me había ido ya y estaba muy lejos de su alcance... es más, al día siguiente me iba aún más lejos, dispuesta a olvidarle del todo o al menos a un sitio que me librara de ese pensamiento que tanto me hacía sufrir, su ausencia. Previamente a esta llamada, mi prima había llamado a mi familia y le habían comunicado que me había marchado, de ahí que fingiera sorpresa... Pero ella, que estaba por la labor de ayudarle a él, me sacó a donde me dirigía en la siguiente semana y tal cual se lo contó a él, sin que yo lo supiera.

            Me subí al avión y una fugaz sonrisa acariciaba mi cara, todo iba saliendo según lo planeado en aquellos días que me retorcía de dolor. Me había separado de mi hogar, había encontrado un lugar en el mundo donde podría empezar de nuevo y ahora empezaba a disfrutar de una especie de vacaciones sanadoras. Me estaba autorrealizando, sin contar con nadie. En la India encontraría toda esa paz interior que había perdido y por fin dejaría de llorar por una persona que no me quería, dejaría de sentirme estúpida y alcanzaría mi equilibrio interno. Llegué a Delhi. Aquella ciudad me traía miles de recuerdos, había estado anteriormente dos veces y con dos personas completamente diferentes. En esta ocasión iba sola y me sentía algo débil, pero decidida a enfrentarme a cualquier situación que tuviera. Fui casi directamente a la estación de tren y me cogí el primero que me llevara a la ciudad sagrada. Tenía muchas ganas de ver el Ganges y oler ese particular aroma que desprenden los muertos, prometía ser un gran shock para todos mis sentidos. Iba bastante tranquila porque sabía donde me iba a quedar a dormir... era un lugar que me habían recomendado a las orillas de aquel santo río y recuerdo que se lo dije con toda mi ilusión a mi prima...

            No me lo podía creer, estaba haciendo paso por paso, lo que hacía un mes había planeado en mi cabeza. Allí estaba con mi traje de viaje; pantalones finos de algodón anchos claros y una camiseta blanca de manga corta. Llevaba mi familiar mochila cargada estratégicamente y nada como una buena fotografía para inmortalizar ese momento. Llegué al hotel, simple y limpio. Me encantó. Me recibieron con ese famoso saludo hindú y yo respondí, inclinándome y con una sonrisa muy fresca. Empezaba a respirar aires de felicidad. Me comuniqué con mi escaso inglés que fue suficiente para llegar a mi habitación y comentar con el recepcionista que estaba encantada de estar allí. La habitación era pequeña, pero tremendamente acogedora, que estaba inundaba de una hermosa luz. En uno de sus rinconcitos había un pequeño altar, que me parecía perfecto para orar y dar las gracias por haber llegado sana y salva. Desmonté mi mochila y organicé mi poco espacio. Me tumbé en la cama por unos minutos, miré al techo y me deje llevar por buenos pensamientos. Recuperada, me decidí a dar un paseo por la zona e ir a comer algo. A pesar de mi aspecto europeo, sentía que yo era parte de ese sitio desde hacía mucho tiempo. Observé que había una pequeña ceremonia en el río por un difunto y lo contemplé en profundo silencio, pues yo podría ser parte de ese ritual... Después de un buen rato, seguí caminando sin rumbo preciso, viendo a las personas, las tiendas, hasta llegar a una plaza. En ese instante se me acercó una persona pidiéndome limosna. Normalmente yo soy de esas personas que nunca da nada, pero en esa ocasión le di lo que tenía en el bolsillo del cambio de haberme pedido antes una bebida, para aliviarme del calor húmedo que estaba padeciendo. Esta persona, no solamente me dio las gracias, sino que se ofreció a hablarme más y llevarme a sitios más bonitos... Yo no sé por qué confié en aquel ser y me dejé llevar. Acerté. Fue una tarde preciosa y llena de color. Me sentía contenta y lo que es mejor llena. Estaba haciendo lo que realmente me gustaba.

            Llegué al hotel bastante cansada y me había comprado algunas cositas en algunos puestos callejeros. No me apetecía irme a un restaurante a cenar y quería estar un rato en el silencio de mi habitación, contemplando el paisaje desde la ventana de mi habitación mientras cenaba. Era una noche preciosa. Había una Luna llena muy hermosa, que lógicamente me trajo recuerdos del pasado... y que me hizo sentirme triste de nuevo, porque siempre que miraba a la Luna me acordaba de él... Una lágrima resbaló por mi cara... me di cuenta que era el principio de un largo esfuerzo por mi parte por olvidarlo y había muchos detalles que me recordaban a él, así que allí mismo tenía que encontrar la manera de que no me afectara y pensé que lo mejor que podía hacer, era sentir que él.., no es que me había abandonado, simplemente se había ido físicamente, aunque psicológicamente nunca se hubiera ido. En aquella ciudad de muertos, yo me sentía una viuda más y por eso estaba allí. Supe en ese momento que estaría más tiempo del que pensaba en aquella ciudad.

            A la mañana siguiente me desperté con los primeros rayos de luz. Había dormido estupendamente, de un tirón y me sentía descansada... incluso notaba que los músculos de mi cara no estaban tensos como lo habían estado todos estos últimos meses. Me miré en el pequeño espejo que había en la habitación y sí, noté que estaba como iluminada. El baño de luz de la Luna había sido reparador. Así que me puse en marcha. Tenía que celebrarlo con un buen desayuno. El recepcionista me recomendó una terraza donde ponían unos desayunos muy ricos. Efectivamente me tomé un panqueque con miel y chocolate... mmmm... qué delicioso. Por mi mente pasó que volvía a estar en esos momentos que tanto echaba de menos. Yo, mi libertad, un país exótico, buen desayuno, buena temperatura y gente amable a mi alrededor. Ohhh, me preguntaba una y otra vez por qué no lo habría hecho antes... esta cura de salud era mucho mejor que todos mis amigos juntos. Hice muchas fotos desde el sitio donde me senté, había una luz matutina estupenda y el reflejo en el agua era excelente. Volví a pasar por donde estaba mi amigo el mendigo y esta vez me presentó a más gente. Me llevó donde vivía su familia y comimos todos juntos. Empezaba a sentirme parte del paisaje, ya no me sentía sola y lo más curioso, empezaba a pensar en inglés... estaba siendo esa persona internacional que siempre quise ser, estaba siendo lo que quería ser y eso me hacía feliz. Así que decidí ir a un cibercafé para escribirle a mi madre mis buenas noticias... Al chequear mi correo me encontré con el mail que me había escrito él hace un mes, pues exactamente hacía ya un mes que me había ido de casa y hasta ese día, siempre me había comunicado con mi madre por teléfono... Llevaba ya cuatro días en la India y era hora de dar señales a mi gente, sobre todo si eran buenas noticias, pero su email me produjo ansiedad... Otra vez sentía angustia de lo que pudiera escribirme, me daba cierto miedo leer su escrito... Tenía que ser valiente y no quedarme con la duda... Sabía que me había escrito, porque me lo dijo mi prima en su llamada telefónica, pero no tuve curiosidad por saber qué me había dicho.

            Respiré profundo, me armé de valor y me dispuse a leerlo. En realidad no decía nada nuevo, era más de lo mismo que me había estado escribiendo en todos estos últimos años, que no quería que desapareciera y que sí me necesitaba, aunque para mis adentros... tenía una extraña forma de demostrarlo y no me apetecía calentarme la cabeza como las otras veces. La realidad es que yo estaba allí y él no estaba conmigo como siempre, además yo ya había comenzado con la terapia personal de sentirme como una viuda, no podía volver a albergar esperanzas de verlo de nuevo, eso podría matarme definitivamente, porque él me había dicho con su cara arrugada de que no podía vivir conmigo y con eso estaba todo dicho. Yo, no podía entender, que si realmente me quería no quisiera estar conmigo, aunque se estuviera muriendo, pero estaba volviendo a hacer conjeturas y eso era precisamente lo que me borraba de mi cara mis momentos de felicidad... Así que lo obvié y me puse a escribir a mi madre con gran gusto. Volví a recordar todo lo que me había ocurrido desde que llegué a este país y me salió una carta preciosa, que esperaba que disfrutara mucho ella cuando lo leyera. Deseaba darle un poco de paz a mi madre, que en silencio también había sufrido conmigo.

            Caía la tarde y los mosquitos empezaban a revolotear por todas partes, así que me refugié en un local de zumos naturales. Me di el caprichito de tomarme un zumo de papaya con zanahoria y naranja natural. Estaba delicioso y muy refrescante. Creo que mi estómago empezaba a ser inmune a todo tipo de bacterias o microorganismos indios y me sentó fenomenal. Además disfruté de una interesante conversación con el camarero, que me comentó alguna anécdota de otros turistas que le habían visitado. En verdad era un personaje alto y cautivador. Me perdía en su sonrisa y en su suave voz. Me invitó a cenar para el día siguiente, pues libraba del trabajo y yo accedí. No tenía otra cosa mejor que hacer que disfrutar de nuevo de su compañía.

            Amanecía el quinto día en La India y yo sentía que llevaba muchos días allí. Estaba a gusto, saboreaba todos mis momentos y excepto el día de La Luna, no había vuelto a llorar. Como días anteriores, me dirigí a mi terracita para desayunar. Bajaba por las escaleras para pasar por la recepción y luego a la puerta de la calle, cuando vi, una figura que me era muy familiar. Había un hombre muy alto y delgado frente a la barra. Reconocí su acento inglés español. Estaba solicitando una habitación frente al río, como yo hice el día que llegué. Me pareció mi vivo retrato de mí misma ese día. Se le veía cansado pero con cierta luz de emoción... Era él!!! No podía creérmelo. Me preguntaba qué podía hacer él en esta ciudad, en este país, qué negocio se le habría perdido en este apartado lugar del mundo. El caso es que lo observaba y no llevaba su habitual look de ejecutivo, de persona glamorosa... de hecho iba con una mochila similar a la mía, pantalones raídos, camiseta vieja y fina y por calzado unas simples chanclas... Estaba sorprendida de ver a mi príncipe azul como un auténtico trotamundero. Siempre pensé que a él jamás lo vería en un sitio así y menos con esas pintas. Sabía que éramos incompatibles en este tipo de viajes, por eso no salía de mi asombro. No sé cuánto tiempo me quedé mirándolo como si estuviera embobada, pero no tardó tiempo en darse cuenta que estaba siendo observado. Giró su cabeza hacía mí y nuestras miradas se cruzaron.

            Sentí de nuevo esa flecha traicionera, como aquel día que lo conocí por primera vez en la estación de autobuses. Sus ojos bicolor se posaron sobre mis ojos verdes y me quedé hipnotizada por minutos. Estaba paralizada, no sabía qué hacer, si salir corriendo o acercarme a él... Pero qué hacía él allí, no comprendía por qué había venido. ¿Sería la casualidad? No, no podía ser, era demasiado retorcido para que eso sucediera. Alguien tenía que haberle dicho donde estaba y caí en la cuenta, debió de ser mi prima.. Ni en mis mejores sueños, podía imaginar, que él se hubiera desplazado hasta allí para verme... algo importante debía de decirme. Pero ¿el qué?, yo pensaba que estaba todo dicho y su email no decía nada nuevo que no supiera. Estaba influenciada bajo un shock muy fuerte. Se suponía que él no podía salir del país, que no tenía dinero, que estaba muy ocupado con su trabajo, que yo sólo era una amiga, que no quería nada serio conmigo, que prefería estar sólo, que no quería vivir conmigo... Todas esas frases me asaltaban la cabeza de golpe, pero mis ojos me decían que estaba allí y que me estaba mirando como la primera vez que lo vi. Su mirada era impactante, lo decía todo sin hablar y expresaba una gran ternura a pesar del cansancio. Intuí que debió de hacer lo mismo que yo, coger directamente el tren desde Delhi, después de muchas horas en el avión... Y la casualidad hizo que coincidiéramos justo en la hora que yo bajaba para desayunar....

            Después de un lapso de tiempo mirándonos, el recepcionista nos interrumpió para darle la llave de su habitación y desearle una bonita estancia, como hizo conmigo en su día. Luego nos miró a los dos y se calló de golpe. No sé quien reaccionó antes, si él o yo. Finalmente bajé las escaleras y él se acercó al primer peldaño.

- Hola guapa! - me dijo.
- Hola guapo! - le respondí

            Se acercó a mi cara para besarme en las mejillas y nuestras bocas se cruzaron de manera magnética dándonos un pico, como siempre hicimos en nuestros anteriores encuentros. Estaba aturdida y fruncí el ceño. Pensé para mis adentros, adiós a todos mis esfuerzos de terapia para olvidarme de él... Otra vez lo tenía delante y no sabría decirle que no, pero no quería que me hiciera más daño... por eso me arrugué y le pregunté que hacía él allí. Inmediatamente me respondió que venía a verme a mí, ya que no le había devuelto ni las llamadas ni los correos y que mi prima le había dicho donde estaba. Sabía que era muy arriesgado viajar tan lejos, a un país tan desconocido para él y con la posibilidad de perderse, pero que no se lo pensó dos veces. Se la agenció para buscar un billete de avión y salir disparado el tiempo que hiciera falta para localizarme.

- Pues bien, ya me has encontrado y ahora qué! - le dije. Mi manera de hablarle era bastante a la defensiva. Sólo faltaba decirle, - ya me has visto, ya te puedes ir -.

            Él respiró profundo, se tomo su tiempo, me observó detenidamente y me susurró que quería hablar conmigo tranquilamente, pero comprendía que seguramente era un mal momento porque yo seguramente tendría cosas que hacer y él estaba bastante cansado para explicar lo que hacía allí. Yo me relajé en el momento y me ofrecí a ayudarle a llevar sus cosas a su habitación, pues tenía que subir tres pisos por las escaleras y sabía por experiencia propia que era algo agotador. Curiosamente el recepcionista, no sé si lo hizo aposta mientras que nos miraba, pero le dio justo la habitación de al lado de la mía, con lo que compartíamos el mismo baño. Me quedé un buen rato parada frente al umbral de su habitación y no sabía si irme o quedarme con él. Lo vi bastante apagado y quizás su mirada se volvió lánguida, como de resignación... una mirada que distaba mucho de como la vi en la recepción. Supongo que fui muy dura con mi tono de voz. No le di la bienvenida que tal vez esperaba de mí, pero yo estaba desconcertada, no esperaba volver a verlo en toda mi vida, de hecho pensaba en considerarlo muerto en vida. Yo había ido a La India, a matar el sentimiento de tristeza que tenía por su ausencia y ahora me encontraba que lo tenía de nuevo allí. ¿Qué se supone que debía pensar? No me apetecía recibir otra negativa suya, la cuarta... había estado sumida en la desesperación durante mucho tiempo. Pero era cierto que seguía amando a aquel hombre de triste figura.

            Me hubiera gustado que alguien me dijera qué tenía que hacer en aquellos momentos... pero me sentía bloqueada y creo que él también estaba bloqueado por mi reacción. Mis ganas de desayunar menguaron y las piernas empezaron a temblarme... me sentía débil en su presencia... y no tenía fuerzas de echarle nada en cara, porque no había razones, simplemente lo amaba y él a mí no. Entonces, se me ocurrió la brillante idea de invitarle a desayunar a mi terracita particular, pensé que con el estómago lleno estaríamos mejor... Cuando se lo propuse, le brilló la cara por unos milisegundos, se cambió de ropa y bajamos a la calle. Fue cuando salió de nuevo mi vena charlatana, de guía turística local, como si realmente no pasara nada, como si estuviera frente a un amigo más, que supuse que era lo que él quería.

            Nos sentamos en una mesa muy acogedora, frente a la orilla del Ganges y corría una brisa bastante refrescante para esas horas. Yo me pedí lo de siempre, mi panqueque y él me copió. Luego se alegró de haber seguido mis gustos, pues hacía tiempo que no saboreaba unas tortitas tan ricas... Nos tiramos un buen rato hablando del lugar, de La India, de la gente, pero no mencionamos en ningún momento qué hacía él allí. No quería que se sintiera presionado a hablar en ese justo momento. Total, si había hecho tantos kilómetros para verme, no se iba a marchar en el momento, supuse que se quedaría algún día más y por educación no quería que se llevara una mala impresión de aquel país que yo adoraba.

            Poco a poco, la situación dejó de estar tensa e incluso empecé a vislumbrar alguna tímida sonrisa suya. Me parecía un hombre tan hermético, que no me quedaba otra que observarle todos los gestos de su cara. Tenía la convicción que mis suposiciones eran todas erróneas y que incluso cuando hablaba no era afortunado en sus expresiones. No sé, la sensación era la de un ser tímido que le costaba expresar lo que sentía, aunque no le faltaba valor para ir haciendo poco a poco como una hormiguita. Tal vez, en el pasado era más abierto conmigo, porque me consideraba una mujer inalcanzable, pero ahora sabía perfectamente lo que sentía y tenía pánico a hacerme daño. No se sentía nada seguro dentro de su cuerpo, de sus ideas, de su forma de ser... pero el haberme marchado del país, le había desconcertado totalmente. El hecho de perderme debió suponerle una fuerte impresión que tardó días en superar, pero veía claramente que yo no le respondía y su ansiedad se hacía cada día más grande. Sentía que me había perdido del todo y eso él nunca lo quiso. Pensaba en ello y sentía que era mi vivo reflejo, sentíamos igual... pero aggg, eran mis suposiciones, todavía no sabía lo que había pasado con él, ni la razón de estar allí. En cierta manera estaba ansiosa por saberlo y a su vez tenía pánico. Sólo quería disfrutar del momento, de su visita, de su presencia y de su sonrisa, que tanto trabajo le costaba sacar. En La India, se me antojaba el lugar perfecto para reencontrarnos o para despedirnos del todo... pero lo que yo más deseaba era no volver a perder mi equilibrio interno, no quería volver a sentir que lo echaba de menos y ahora menos, que había cambiado mi lugar de residencia.

            Después del desayuno, callejeamos un poco, solo un poquito, porque yo notaba que él estaba cansado aunque no dijera nada y le di una pequeña vuelta por la manzana, rodeando el hotel, para llevarlo de nuevo a su habitación. Por el camino, pasó una bicicleta muy cerca de mí y él me cogió la mano para apartarme... Me llevé un buen susto y la piel se me erizó, pero no por el susto, sino por el roce de su mano. Me agarró con fuerza y me sentí protegida. El corazón me dio un vuelco de 360 grados. Una vez que me tenía en sus manos, no me soltó hasta que llegamos a la puerta del hotel... No pude evitar recordar aquella vez que me cogió la mano, porque yo estaba mareada y había mucha gente, tampoco me soltó ni cuando desapareció la gente. Todo eso me hacía pensar que aquel hombre debía de sentir algo por mí, pero claro, volvía a pensar en pasado y bueno, en presente... Era mi hombre misterioso y nunca sabía el siguiente paso que iba a dar, pero fuera lo que fuera, no debía contar con él. Yo quería mucho mi corazón y ya había sufrido suficiente, se merecía vacaciones indefinidas y lo mejor era que no se volviera a enamorar de nadie, ni siquiera de su príncipe azul.

            Me daba cierta pena dejarlo solo en el hotel, pero comprendía que tenía que descansar del largo viaje y yo no sabía aún sus intenciones, así que supuse que lo mejor que podía hacer era seguir con mi habitual día. Nos despedimos esta vez con un tierno beso en la mejilla y yo me fui a visitar un palacio que había algo retirado del centro. Por el camino, me tropecé con mi amigo del primer día y me acompañó un buen tramo. Hice unas fotografías espectaculares porque el lugar era propenso a recoger mucha belleza. Me sentía tranquila dentro de mí misma, bastante feliz de ese pequeño encuentro con él e inquieta por lo que tuviera que decirme, pero mi decisión era firme. No permitiría que volviera a romperme el corazón nunca más. Almorcé un rico arroz cerca del palacio y recordé, que en pocas horas había quedado con el camarero de los zumos naturales. Poco a poco, la cara se me puso con un signo de interrogación. ¿Qué debía hacer? Sabía que el camarero era bastante atractivo y que por ende me atraía, pero era algo meramente físico, no lo conocía... Ayer, cuando me propuso cenar, me pareció una idea estupenda, pero hoy ya no me parecía una idea tan estupenda. La cuestión es que no tenía otro medio de localizarlo y anular la cita para otro día. No me quedaba otro remedio que ir, no quería quedar como una viajera maleducada. No me lo pensé mucho, me acerqué al local, por si lo encontraba allí y explicarle que hoy no era un buen día para esa cena. Tuve suerte, como buen trabajador, estaba allí, su descanso empezaba en un par de horas, justo cuando había quedado conmigo. Se sorprendió de verme y con el gesto de mi cara, supo que algo me había sucedido. Sin decirle gran cosa, intuyó que había ido a La India sola por una razón de peso y que esa misma razón había hecho acto de presencia. Simplemente me deseó suerte y me dijo que él seguiría trabajando allí, que me pasara cuando quisiera. Me fui con una sonrisa en los labios y satisfecha de haber resuelto el entuerto de la mejor manera posible.

            El calor había hecho mella en mí y regresaba cansada al hotel. Subir las escaleras se me hizo bastante pesado y caí en mi cama rendida. A los pocos minutos, sentí que golpeaban la puerta de mi cuarto. Era él. Le abrí y parecía completamente otra persona. Se había duchado y afeitado, parecía totalmente descansado. Me comentó que había estado durmiendo hasta hacía muy poco y que se había levantado con mucha hambre, por lo que se arregló para salir a la calle. Cuando ya estaba terminando, me escuchó entrar en mi habitación y se decidió a ir a saludarme. Le miré fijamente a los ojos, me apetecía mucho estar con él, pero estaba agotada, necesitaba unos minutos para recuperarme y no sabía qué decirle. Entonces... él se me adelantó y me dijo que tenía que escribir unos correos, que se iba una hora a un cibercafé y que si yo quería, luego podíamos quedar para ir a cenar algo por ahí. Me pareció una idea estupenda, casi como si me estuviera leyendo el pensamiento, eso que era habitual en él... esa adorable sincronía que había entre los dos para casi todo. Así que yo me quedé frita en cuanto se marchó, previamente antes de poner la alarma, por si no me despertaba a tiempo.

            El bip escandaloso me desveló completamente. Estaba cubierta de sudor y estaba aturdida. Me metí en la ducha de agua fría y enseguida espabilé. Recordaba que tenía una cita con él y quería ponerme lo más bonito que tuviera en la mochila, para hacer juego con él. Puntualmente estaba tocándome la puerta y se le notaba aún más relajado... parecía que sus intercambios de correo habían sido muy fructíferos. Yo estaba completamente arreglada y reluciente, cosa que él rápidamente percibió, escapándosele un pequeño silbido a lo albañil. Luego me comentó que prácticamente se había escapado de su ciudad, sin decirle nada a nadie, ni a su familia, ni a sus socios, por lo que estaban todos muy preocupados. Le pregunté qué razón les dio y él me dijo con una sonrisa en los labios, que tenía que arreglar un asunto muy importante, que requería toda su atención y que se la apañaran sin él por tiempo indefinido, que estaba bien y que próximamente les iría comentando como iba progresando con su asunto prioritario. Su madre, que andaba online, cuando él estaba escribiendo, le contestó rápidamente y le preguntó si era un asunto de faldas, o mejor dicho, si el asunto era andaluz. El le respondió que ella era muy lista y que le conocía muy bien. Su madre le deseo la mayor suerte del mundo y que a ver si alguna vez se dignaba a presentarle esa estupenda chica de la que lleva tantos años hablando.

            La verdad es que le estaba escuchando y me parecía que estuviera soñando con los ojos abiertos. No me podía imaginar que todo esto lo estuviera haciendo por mí. ¿Acaso se había propuesto recuperarme? Pero yo me preguntaba una y otra vez, pero qué va a recuperar si nunca hemos estado juntos, no hemos sido pareja, ni novios, ni rollo, ni amigos, ni nada... Ufff, pensaba en ello y ya me estaba entrando dolor de cabeza, pero esta vez tenía claro que yo estaba allí de paso, que no tenía que convencerle de nada, porque estaba todo roto y que si por casualidad acababa acostándome con él, no iba a significar nada porque yo ya me había mudado, había cambiado de vida y no permitiría que nadie me arrastrara a mi anterior vida. Adoraba mi nueva vida y aunque estuviera sola, era mi vida. En fin, que cerramos nuestras habitaciones, bajamos por las escaleras y acabamos en la calle. La noche ya había caído y tocaba decidir a dónde ir a cenar, pero había una sonrisa en su cara de satisfacción. Había hecho los deberes y sabía perfectamente donde llevarme. Fuimos a uno de los restaurantes más románticos que hay junto al Ganges, que le había recomendado el recepcionista y que además había confirmado en su visita al cibercafé. Supuse que allí me diría la razón de por qué estaba allí.

            El restaurante era una plataforma ganada al río, por lo que todas las mesas tenían vistas al río y a ambos márgenes. Cada mesita tenía su velita y su jarrón de flores. Todo pintaba muy romántico y afortunadamente yo estaba más o menos a juego con el sitio, a pesar de ser una trotamundera. Nos sentamos y enseguida nuestras piernas desnudas se rozaron causándome una descarga eléctrica que activaba aún más rápidamente los latidos de mi corazón. Otra vez se repetía esa sensación que tuve a lo largo de este día, era como si regresara a una vivencia del pasado, como cuando entramos en aquel restaurante a almorzar por primera vez y nuestras piernas se cruzaron. Aun lo recuerdo como si fuera ayer; lo miraba, me miraba y ambos teníamos una sonrisa de bobos. Me decía a mí misma los estragos tan gordos que hace el amor, perder los papeles y provocarte una sonrisa que recorría toda tu cara, además de destellos de luz en los ojos. Esa sensación sólo me había pasado una vez y había sido con él. Creo que era esa la principal razón por la que yo estaba en La India, tenía que olvidar ese fuerte magnetismo que tenía con él. Bueno, bueno, tenía que centrarme y dejar de divagar en mis pensamientos. Lo tenía delante y quería saber qué tenía que decirme, que le había traído a estas tierras tan lejanas.

            En esta vida parece que cuanta más prisa tienes en algo, más lento va todo y así fue todo aquella noche. Me miraba, lo miraba y dispusimos que fuéramos a cenar. Se nos antojó una fuente de mariscos y unos entrantes de verduras confitadas, algo muy pijo para la ocasión. Mientras esperábamos la comida, él se fue por las ramas y me estuvo halagando lo guapa que estaba. Me observó que la piel la tenía mucho más bronceada que la última vez que me vio, que no había pasado ni tres meses de ello. También me mencionó que estaba muy sorprendido con mi buen acento inglés, cosa que yo creía que era bastante más bien indio. Supongo que estos preámbulos eran su estrategia de preparar la escena final, tenía que hacerse un buen colchón para caer bien y como él quería, pero yo seguía en la Luna; no tenía ni idea de lo que aquel hombre quería de mí. El clímax era muy íntimo e invitaba a perderse en la noche estrellada y el calor de su mirada que me acariciaba. Creo que en algún momento de la noche pensé para mis adentros que si no me iba a decir nada, tampoco importaba mucho, pues lo tenía delante y eso era suficiente, casi como un sueño hecho realidad, aunque sin saber la utilidad... en fin que volvía a tener cara de idiota para variar.

            Ya íbamos por los postres y ambos nos habíamos pedido un helado de varias copas, con mezclas de nata, chocolate y almendra, una auténtica delicia para el paladar. Creo que mi cuerpo me estaba pidiendo más a esas alturas, yo le deseaba al final de la noche, dijera lo que me dijera. Mi dignidad, a estas alturas, la había vuelto a perder por enésima vez estando con él y no tenía remedio. Pero por fin, se puso un pelín más serio y me explicó la razón de su presencia allí. Mis orejas parecían como si se hubieran girado a la vez, para prestarle mayor atención si era posible. Me callé y le miré fijamente, mientras su boca iba soltando palabra tras palabra. Parecía que estaba recitando un discurso que tuviera preparado de hacía tiempo y se le notaba bastante nervioso. Empezó hablando desde el principio, desde la primera vez que contactamos accidentalmente por Internet, lo que inconscientemente me provocó más nervios si cabe... habían pasado muchos años desde entonces y yo a él lo veía que su vida giraba cada tres por cuatro, como si fuera una veleta, con lo que eso me inquietaba aún más... En fin, me mentalicé, me armé nuevamente de paciencia y decidí resistir sin rechistar todo lo que tuviera que soltarme.

            Me confesó que al principio de conocerme, se interesaba por mí solamente porque sospechaba de mí. Creía que era una espía y quería enterarse de todo cuanto sabía de él y sus negocios, cosa que no me extrañó en absoluto, pues fue bastante previsible según sus palabras... Esa investigación se tornó en sana curiosidad conforme me fue conociendo. El día que vio mi foto y  escuchó mi voz se enamoró perdidamente de mí, pero nunca me lo dijo, porque se le daba muy mal los compromisos, ya que siempre que lo había intentado se habían burlado de él, lo habían tomado por loco y en su cabeza había quedado el concepto de que las mujeres eran malas con él, aunque en el fondo las necesitara. Sucedían los meses y le pareció que yo no le hacía mucho caso, por lo que se le cruzó otra mujer y se fue con ella. Luego se arrepintió de haberse ido con ella y no haber insistido conmigo. Después sufrió mucho cuando vio que me había ido yo con otro, pero más aún cuando ansiaba mis abrazos y no le respondía, dándole largas. A estas alturas de la conversación, me preguntaba a mí misma, si al final era yo la culpable de haberlo pasado tan mal por su ausencia en los últimos meses. Empecé a sentir unas asquerosas náuseas. La cena se estaba tornando en pesadilla, ya no quería seguir recordando el pasado de días donde yo lo pasé fatal y por lo visto él también. Mi subconsciente me decía que tenía que pensar sólo en mí, que me estaba haciendo chantaje emocional nuevamente y tenía que huir de allí, ya!!!.

            No me lo pensé dos veces, me levanté de la mesa y salí corriendo del restaurante sin decir ninguna palabra más. Él se había quedado contando lo mal que lo había pasado cuando todo le iba mal y encima yo no le respondía. Se quedó paralizado cuando desaparecí de su vista. Iba corriendo por las calles de Varanasí, sin ir a ningún sitio en concreto, sólo me dejaba llevar por el pánico... hasta que un brazo me agarró y me paró en seco. Una voz me preguntó que a dónde iba, que era un sitio peligroso para una mujer vestida de esa forma. Entonces sucedió lo que tenía que suceder, las lágrimas inundaron la cara después de muchos días de su ausencia. El hombre sacó de su bolsillo un pañuelo y me lo cedió. A mí no me salían las palabras, sólo lloraba desconsoladamente. La mano amiga me abrazó y me llevó hasta la orilla del Ganges. Me indicó que si no le importaba mojarme la ropa, que sería buena idea meterme en el agua. No tenía fuerzas para decidir, así que me agarró de la mano y me depositó dentro del río. Sentí el frescor del agua, que inmediatamente me devolvió a la realidad. Dejé de llorar y sentí una inmensa paz. Estaba en La India, en mi camino hacia la tranquilidad y el equilibrio interno. Era consciente que había fuerzas que se cruzaban en mi vida y me la enturbiaban una y otra vez. Tenía miedo a no ser amada nuevamente y allí estaban las aguas de este río sagrado que me devolvían al presente. Una persona desconocida desinteresadamente me había llevado hasta allí, para indicarme que iba en el buen camino.

            Cuando abrí los ojos, después de haber estado un rato sumergida, sentí esa misma mano amiga que me sujetaba y una mirada no muy lejana. Era él, que aunque su primera reacción fue quedarse paralizado, a los pocos segundos salió corriendo tras de mí. Estuvo corriendo como yo sin ir a ningún lado, como luego me explicó y una niña pequeña le agarró de la tela del pantalón, para señalarle con su pequeño dedito la dirección del río y cuando llegó, me vio emerger de las aguas, como si fuera su diosa que le daba la bienvenida. Fue en ese momento cuando nuestras miradas se volvieron a cruzar con un brillo espectacular en los ojos. Alguien de los allí presentes, comentó que cuando nos vimos surgió como un haz de luz brillante entre los dos. Él se acercó a mí, se metió dentro del agua, se mojó hasta la cintura, me tendió su mano, se la cogí , soltando a su vez la mano del desconocido que me brindó una sonrisa y lo arrastre aguas adentro, hasta que los dos quedamos sumergidos del todo. Estuvimos nadando un rato, tal vez flotando y contemplando todas las estrellas que había en el firmamento, junto a la Luna, que aunque no estaba llena, seguía estando enorme e iluminaba el horizonte.

            Estuvimos un buen rato callados, sólo nos mirábamos y entonces comprendí por qué estaba allí conmigo. Era justo todo cuanto tenía que saber. Me miró más fijamente, me dijo que mi mirada ya no le intimidaba y me besó profundamente, como nunca antes lo había hecho. Se retiró un poquito, aunque ya estaba rodeada de sus brazos entre el agua y me dijo... eres tan hermosa... que no puedo nada más que quererte, no tengo otra salida que amarte el resto de mi vida. He venido a La India para estar contigo y si me aceptas con todos mis defectos, a no decirte nunca más adiós. Quiero vivir contigo, quiero algo muy serio contigo y lo más importante, quiero pasar mis días a tu lado, porque te necesito en mi vida. Me estaba sonriendo, mientras intentaba sacar algo del bolsillo de su pantalón. Finalmente sonrió del todo, cuando su mano emergió con una cajita mojada. A estas alturas, yo sentía que flotaba literalmente en el cielo. Estaba amaneciendo y una pequeña bruma cubría la superficie del agua, que hacía todo más misterioso. Le sonreía y creía que estaba soñando. Estaba escuchando las palabras, las frases que hacía tanto tiempo deseaba que salieran de su boca. No me fijaba en su cajita, sólo le miraba a los ojos, como intentado ver el interior de su alma, para saber que no era una reacción propia de desesperación. Cogí su mano, con cajita incluida, le agarré con fuerza y lo acerqué a mi cuerpo, para abrazarlo tiernamente. Le di un beso en el cuello y le susurré SI, QUIERO, pero el anillo ya lo llevo puesto hace mucho tiempo. Rápidamente él se me acercó al otro lado del cuello, me besó apasionadamente y me susurró NO SABES CUÁNTO TE QUIERO... TE QUIERO MUCHÍSIMO, más que mi propia vida... siento haberte hecho sufrir con mis aparentes indecisiones, pero pensaba más en ti que en mí, mi vida no era vida para ti y no quería compartirla así contigo. Cuando sentí que te perdía para siempre, fue cuando comprendí que me tenía que arriesgar del todo por ti, darte todo cuanto tenía y no esperar a que mi vida cambiara de manera cómoda. El anillo que aún no has visto es para ti, para que lo lleves siempre contigo como muestra de una parte de mi corazón, aunque tu lleves el anillo que el destino puso en tu camino.

            El sol empezaba a salir por el horizonte e iluminaba nuestras caras, que brillaban como diamantes. Creo que aquello era el milagro que yo tanto esperaba desde hacía muchos años. Estaba rodeada de los brazos de mi amado, esta vez sí le creí y supe que aquello si tendría la arriesgada palabra para SIEMPRE. Por supuesto nos volvimos a besar una y otra vez de una forma muy dulce y amorosa. No nos dimos ni cuenta, pero en la orilla ya había centenares de personas que nos veían desde la lejanía y empezaron a aplaudirnos. Me sentí enrojecer y la cara de él era también otro semáforo en rojo. Teníamos que salir del agua y refugiarnos en algún sitio de miradas indiscretas, pues faltó poquito para hacer allí mismo el amor. Me sacó en brazos del agua y me dejó caer de pie en el suelo de la acera del paseo junto al río. La gente nos sonreía y alguien murmuró BODA, BODA. Nos miramos, nos reímos y marchamos tranquilamente al hotel con nuestras ropas mojadas.

            Al pasar por la recepción del hotel, el simpático recepcionista que nos atendió a cada uno el día que llegamos nos dijo que se veía que nos había sentado muy bien el bautizo en el Ganges... No pudimos más que soltar una simpática sonrisa a dúo. Subimos las escaleras y nos metimos en mi habitación, ya que mi cama era algo más amplia que la suya. Nos quitamos las ropas mojadas y nos tendimos en horizontal boca arriba, mirando el techo, mientras nuestras manos se cogían... Luego nos abrazamos muy fuerte y sin decir palabra, nos hicimos el amor durante muchas horas, hasta que caímos extenuados en un profundo sueño, estando los dos muy abrazados.

            Estaba abriendo tímidamente un ojo, tenía una amplía sonrisa en la cara y la luz que entraba por la ventana me fue penetrando más y más. Tenía mis brazos entrelazados, abrazando... diosssss... no era él, era mi almohada la que abrazaba con tanta fuerza y la luz era la del mi balcón en mi casa de toda la vida, no estaba en La India. Automáticamente mi sonrisa se esfumó y volví a tener la cara seria con la que me levantaba hacía muchos meses. TODO HABÍA SIDO UN BONITO SUEÑO CON FINAL FELIZ, pero la realidad es que mi vida seguía siendo un sinsentido y él hacía meses que se había volatilizado. Yo seguía estando física y psicológicamente sola.






Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección,
Eres tu quién le da, sentido,
A lo que dice tu dormido corazón,
NO TODO ESTÁ PERDIDO :-)
Dímelo de verdad, la respuesta no es la huida.

...
LETRA ' LA RESPUESTA NO ES LA HUIDA '

Es difícil volar cuando esperas la caída,
Es difícil soñar cuando no ves la salida,
Cuando el tiempo que queda, se acabó en cada espera,
Y siempre así y siempre así...

Mas y miras, verás si los ojos convencidos,
De que soy lo que soy por nacer donde he nacido,
El latir más sincero, el misterio en que creo,
Aun sigue aquí, aun sigue aquí...

Aquí ahora y siempre!

Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección,
Eres tu quién le da, sentido,

A lo que dice tu dormido corazón,
No todo está perdido.
Dímelo de verdad, la respuesta no es la huida.

O que tu alma cansada, se quede ahí, rendida,
No encontrando el camino, enunciendo un destino
Que vive en ti, que vive en ti...

En ti ahora y siempre!
Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección,
Eres tu quién le da sentido

A lo que dice tu dormido corazón, no todo está perdido.
Y aunque ahora todo gire en otra dimensión,
sólo tu puedes dar sentido...

A lo que dice tu dormido corazón, no todo está perdido.