miércoles, 17 de abril de 2013

Puro sentimiento....

          En el baúl de los recuerdos, encontré esta bonita carta de una persona a otra con la que hay mucha complicidad....


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    Prólogo: Con todo mi cariño te escribo este texto.

    Me gustaría decirte tantas, tantísimas cosas, pero siento que el tiempo corre en mi contra. Ya sé que sólo han pasado unos escasos 10 días desde la última vez que te dirijiste a mí... con un "hola ojitos, cómo estás?", pero claro a mí me parece una eternidad, sobre todo cuando me habías mal acostumbrado a saber de ti, cada dos o tres días... Ya sé que la última vez que hablamos me dijiste que estabas de viaje y que estabas muy liado, pero claro desde que te conozco, tu vida siempre ha sido así... En verdad te escribo esto, porque tengo que reconocer que tengo mucho miedo y me gustaría poder decírtelo a la cara, como una persona valiente que creo que soy, pero en el fondo supongo que soy tan vulgar como todas las demás... No trato de ser una víctima o una acusadora, sólo trato de decir lo que siento, de escupir este sentimiento que nunca antes había tenido en mi vida. Soy consciente que es muy intenso y a veces quema de manera muy dolorosa, como si la vida se me fuera en ello, pero siempre aparece a tiempo mi querida razón que me mantiene viva en la tierra.

    Pretendo ser lo más realista posible, sin inventarme nada, ni ponerle demasiadas notas fantasiosas o novelescas, te describo simplemente mi realidad, mi verdad. Lo más bonito que podría hacer, es poder mirarte a los ojos y decirte que yo jamás te dejaré, que mis palabras jamás se las llevará el tiempo y que permanecerán inmortales, incluso cuando yo no esté en este mundo... Y te sonará a libro de aventuras, pero no tengo otra forma de demostrarlo, de decirlo, salvo palabras y más palabras. No es mucho tiempo el transcurrido, pero es verdad que desde que te conocí en persona, incluso antes, ya tenía este fuerte sentimiento por ti y como me gusta mucho escribir, está escrito en alguno de mis bloc de notas que no comparto con nadie.

    Tengo miedo a no poder controlar este sentimiento por ti, miedo a que sigan pasando los días sin saber nada de ti, miedo a que desaparezcas sin poder comunicarte, miedo a que te olvides de mí, miedo a que seas como los demás, miedo a que te burles de mí, miedo a que nunca consigamos nuestro ansiado fin, miedo a no estar contigo en el futuro... En fin, miedo a una larga lista de cosas, que me tienen paralizada y me consumen en una eterna tristeza, bloqueada y viendo pasar la maravillosa vida. Yo quiero, deseo que tú estés en mi vida y que desaparezcan todos los fantasmas, que pueda vivir en paz, como tantas otras personas hay en este planeta tierra que tienen su pareja. No puedo entender por qué siento que precisamente sea yo la excepción y sea una solitaria, cuando adoro estar en pareja, para poder compartir tantas cosas... Me da miedo ser vulnerable por quererte, me da miedo agobiarte, me da miedo dirigirme a ti, me da miedo que no me respondas, me da miedo no saber pasar de ti. Me gustaría hacer lo correcto y que te sintieras orgulloso de mí, que desearas buscarme y estar a mi lado, pero también pienso que eso no es realmente lo que quiero. Lo que me encantaría sería que me quisieras tal como soy, pero creo que eso parece una utopía. Como tú una vez confesaste, yo también soy una persona insegura y a veces se me cruzan los cables, creyéndome que te vas a comportar como todo ser humano infiel, que se te cruzará otra y te irás con ella, como ya me hiciste en el pasado.

    Cuando el miedo me satura, cuando los pensamientos negativos me oprimen, siempre quedo yo. Me quiero mucho, me encanta como soy y mi forma de ser... y sé que en esta vida tiene que haber más gente como yo, con sus defectos y sus virtudes, pero lo más importante... personas que sepan querer de verdad, de manera incondicional. Yo a ti te quiero de manera incondicional, eso tú ya lo sabes, porque sé que te lo he dicho y tú lo has captado. Te quiero por como eres, aunque te conozca poquito y siempre que te he ido conociendo un poquito más, me has vuelto a maravillar, porque seguías siendo esa persona que yo intuía, como si estuvieras hecho para mí... Eres justamente esa persona que quiere cuidarme y hacerme feliz, aunque te imagine con sogas por todas las partes de tu cuerpo. Sé que te quieres liberar y darme todo eso que he comentado antes, pero esta espera es agotadora. Muchos días de silencio atacan mi credebilidad en ti y otras son tus palabras pasadas, en las que intentas librarte de tus verdaderos sentimientos, apartándote de mí... pero en contrapartida, luego están tus miradas, tus susurros y tus bromas con doble sentido. Sé que te quieres casar conmigo, creo que ha sido una constante desde el principio de conocernos. Tú quieres lo mismo que yo.

    Pufff, me siento patética. Nunca me había sentido de esta manera con alguien y menos por tanto tiempo. Tiene que haber un final feliz a tanto sufrimiento. No puedo creer que haya sido tan mala para merecer tanta indiferencia por todo. Tengo que usar mi cabecita técnica y buscar algún plan para poder estar juntos de manera viable, como tantas otras parejas en este mundo.

    Creo que la mayor prueba de confianza hacia otra persona es contarle tus miedos, tus inseguridades, tu vulnerabilidad... en definitiva es abrir tu corazón en carne viva... Tal vez de esta manera me libere de mis propios miedos, porque si algún día me fallas, entonces ya no habrá otra opción y el ciclo se habrá cerrado, como la experiencia me ha demostrado en tiempos pasados. De todas formas, hasta ahora, no he podido demostrar nada en tu contra, no he visto nada que se salga de lo anormal, te has portado si cabe como un caballero, sin comprometerte en nada, sin hacer ninguna concesión y siempre has hecho lo que has querido, como debe ser. No puedo echarte nada en cara, porque te has cernido a tus propios actos. Eres un controlador nato y de ello vives, de otra manera no podrías ser empresario, aunque pienses que muchas veces te has equivocado o te has juntado con personas equivocadas.

    En el fondo, este escrito es otra de mis tonterías, porque no te lo voy a entregar. Va dirigido a ti y totalmente pensando en ti, pero la razón me dice que el silencio es mi única respuesta. Yo fui la última que te escribí. Sé de sobras que tú sabes que yo te quiero, así que no puedo rebajarme más. Hay que tener dignidad y no humillarse más con mis miedos, que por otro lado, no sé si realmente te importan. En el pasado sé que te importaba, pero pareces un poco veleta y tal vez ya tengas otras cosas en tu cabeza... así que seguramente es lo de siempre... No es oro todo lo que reluce y si nunca te comprometiste conmigo será que no soy lo suficiente para ti, con lo que lo único que me queda es la resignación. Resignarme a tú no querer y sólo sea una especie de amistad. Digo especie, porque la palabra amistad ya me he dado cuenta que está muy distorsionada y ha perdido su verdadero valor.

    Es verdad, me siento muy sola. Esta soledad a veces es insufrible, porque deseo con toda mi alma encontrar a alguien como yo y mi intuición me decía que tú eras mi espejo... pero no estás, con lo que debe ser otro espejismo más de mi vida. Lo triste de todo ello, es que no me quedan fuerzas para seguir buscando o moviéndome para encontrar a ese alguien. Me siento bastante derrotada y añoro que alguien se interese por mí de verdad, luche por mí y no me engañe o me use como una vieja muñeca.

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sábado, 13 de abril de 2013

Invictus - Invencible



Invencible


Hoy he leído este poema de Nelson Mandela y me ha llegado muy hondo, tanto que lo he puesto en mi blog... Porque por muy mal que puedan estar las cosas... Hay que afrontar con valor la situación, no tener miedo, ya que somos dueños de nuestra alma, que nadie nos la podrá arrebatar.                           


INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.


INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

 

martes, 9 de abril de 2013

La Concha Caramelosa (05/04/2006)



             Hace un tiempo iba paseando por la playa y me encontré un preciosa concha de mar. Fue una extraña sensación verla allí tirada en la arena. Mi primer impulso fue cogerla y tocarla. No creía que fuera de verdad. La curiosidad me invadió. Sabía que en las orillas había muchísimas y muchas muy bellas, pero aquella era especial, se había puesto en mi camino para que la viera. Parecía algo vieja, pero conservaba toda su belleza exterior. Era grande y hermosa, mucho más que las otras, con lo cual intuí que su interior debería ser espectacular. Su textura era suave y sus colores únicos. La acariciaba con gusto y parecía que a la concha le gustara... puesto que se entreabría. Desprendía un olor a mar que me gustaba, me la acerqué más a la cara, para olerla y frotar su tacto con mi cara...

            Me pase minutos frente a ella, que parecían horas o días. Disfrutaba de su presencia. Era como si estuviera haciendo amistad con un extraño ser. Esta concha recobraba vida por momentos y se movía entre mis manos, cosa que me hacía cosquillas. Ella ya no era un objeto inanimado, sino que tenía mucha vida y parecía caramelosa. Quería adoptarla y llevármela a casa, para cuidarla y ponerla en uno de los mejores lugares de casa. De pronto un rayo de sol la atravesó por uno de sus huequitos y vi algo brillar dentro de ella. Efectivamente, esta concha tenía una perla preciosa. No alcancé a ver el tamaño que tenía, pero debía ser enorme. Una clara sonrisa se dibujo en mi cara y la concha seguía deslizándose entre mis manos. Parecíamos un equipo. Me extrañaba como una cosita tan diminuta se movía con tanta soltura entre mis manos, parecía que confiara en mí. Ella no sabía que las conchas como ella son objetos muy preciados para arrancarles su perlita...

            Entonces deslicé mi dedito por su hendidura tímidamente y ella seguía juguetona. Fue cuando en un movimiento rápido junto con la otra mano, intenté abrirla. La concha se cerró en banda, con toda su fuerza y eso me fastidió. Yo quería ver su perla. En eso momento me di cuenta de un pequeño detalle... vi arañazos e incluso raspaduras. Había sido forzada anteriormente y me produjo una gran pena. Es como si yo me hubiera portado como un animal curioso, que la engaña, le saca lo de dentro y luego tira la concha ya muerta al mar. Me sentí mal, la había maltratado y unas lágrimas resbalaron por la cara, pues ella había sido cariñosa conmigo desde el principio. ¿Qué derecho tenía yo a invadir su intimidad y prometerle un lugar en mi casa, cuando lo único que quería era su perla?

            El daño ya estaba hecho, pero como otro rayo de luz, me di cuenta que tenía que reaccionar y actuar, no quería abandonar aquella preciosa concha como las otras que había visto. Esta me había inspirado un sentimiento que antes nunca había tenido, podía optar por dejarla donde estaba o llevármela a casa. Si me la llevaba a casa, la sacaría de su entorno y moriría... si me iba sin ella, la perdería para siempre. Entonces se me ocurrió una gran idea, me compraría una casa al lado de la playa y así podría ir a visitarla todos los días. La acaricie nuevamente y una de mis lágrimas cayó sobre su concha... Milagrosamente volvió a entreabrirse y a moverse, soltó un extraño jugo carameloso y brillo nuevamente. Me sentí perdonado y me marché con la promesa de volverla a ver todos los días.

            Con el paso de los años, me compré esa casita y la vi todos los días. Ella ya me reconocía antes de tocarla y se entreabría. Hasta que un día se abrió del todo y vi su hermosa perla. La toqué y ella no me cerró su concha, no parecía que tuviera miedo a que le arrancara su mayor tesoro... Y así fue, la perla continúo en su sitio. Formamos un perfecto equipo, ella y yo. Nunca más tuvo que cerrarse en banda y sufrir desgarros. Aunque parezca extraño, llegué a entender que quería ella de mí y que quería yo de ella. Esta simple concha llegó hasta lo hondo de mi corazón y ella me correspondió con su confianza, me dió lo más valioso que tenía su perla y no murió en el intento como sus otras compañeras, porque sabía que sólo había un intento en su vida.

            (Este cuento fue inspirado en una persona. Él me llamaba Caramelo y habíamos discutido a raíz de que la relación se estaba volviendo muy débil, ya que se iba a un hospital muy reconocido por la operación de su padre de urgencia del corazón. Todo giraba entorno a que él decía que quería intentarlo, aunque luego fallara... y yo le dije que no se podía ir con esa mentalidad perdedora. Las imágenes son símbolos de la belleza de una perla en su concha y la protagonista de este cuento en la playa)