domingo, 27 de marzo de 2016

El Silencio... ese arma de doble filo...

¿Cuántas veces hemos soportado el silencio como respuesta a una comunicación que buscábamos de forma explícita?
A veces... no nos damos cuenta, casi que lo hacemos sin pensar, sin ninguna mala intención, creyendo que nuestra opinión carece de interés... La realidad es que nuestro silencio para los demás puede llevarle a una pluralidad de posibles respuestas.
El silencio, puede ser una actitud muy egoísta, pues no facilita las cosas, permanece impasible mientras nuestra mente trabaja a mil por hora para descifrarlo y darle un sentido.
"Una incógnita", eso es lo que te responde una y otra vez el silencio.
Es una puerta abierta a la imaginación... quizás una punzada de culpabilidad en el peor de los casos o quizás un momento de complicidad en el mejor de los casos.
Claro que interpretarlo es complejo. Traducir lo que dice un silencio varía según el grado de cercanía y confianza que tengamos depositado con nuestro interlocutor.
- Hay Silencios Tímidos; son los que no encuentran las palabras exactas y temen expresarse bien. Son los más complicados, porque nunca sabes ciertamente la opinión que esconden y te expones a equivocarte de lleno ya que sueles darles más oportunidades que a los demás.
- Hay Silencios Socarrones, muy ofensivos, que parecen decir que "ese comentario no merece réplica".
- Hay Silencios Irónicos, donde todos piensan lo mismo y nadie se atreve a comunicarlo, suelen ir acompañados de risas y miradas hacia otro lado.
- Hay Silencios Despistados, esos en que la otra persona no se ha enterado de nada porque estaba en la inopia. Estos también duelen..., ¿será por que le aburre mi conversación?
- Y el peor de todos es el Silencio Cruel, aquel que grita en la sombra "¡¡¡no me importa nada lo que pienses o sientas!!!, o bien "mi opinión me la guardo para mí"
Y para terminar:
- El Silencio más maravilloso, el Cómplice, ese que transmite la respuesta en la mirada y la sonrisa del otro, ese que no precisa que nuestras neuronas se organicen alarmadas buscando posibles veredictos acertados. Ese que hace que la vida siga fluyendo en un mar de tranquilidad y sin dudas.


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