jueves, 18 de octubre de 2012

Dejar ir...



          Escuchando esta obra... se me encoge el estómago, el corazón, siento escalofríos y finalmente surge la euforia... Es una mezcla de paz... tranquilidad, sosiego, para acabar con una explosión de los sentidos, que realza una sensación de divinidad. Es para escucharla con tranquilidad y dejarse sorprender, si antes no la escuchaste... El vídeo viene acompañado de imágenes de Irlanda, Gales, Inglaterra y Escocia... un lugar que inspira esta música.

          Hace ya un tiempo, leí un libro. Se trata del cuento infantil "Momo" de Michael Ende. Me cautivó la forma en cómo estaba escrito, lo fácil que se dejaba leer... pero sobre todo la moraleja que dejaba al final. Creo que más que para que lo lean los niños, es para que lo lean los adultos que perdieron el niño que hay dentro de ellos... Y lo más curioso es cómo llegó este ejemplar a mis manos... pues es uno de los libros favoritos de una persona a la que yo admiro profundamente. Ella no lo sabe porque los hombres de gris la tienen secuestrada... En fin, al principio del texto viene esta frase:

En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
luce, pequeña estrella.


    "El mundo está lleno de personas que están esperando que regrese a quien dejaron ir y de personas que no se saben cómo regresar..."

DEJAR IR...

    Una de las cosas que más nos cuesta es "Dejar ir". Nuestra naturaleza humana, en ese duro y variado proceso de aprender a vivir intensamente, nos lleva a aferrarnos a personas, recuerdos, lugares, cosas, estaciones que se nos van adhiriendo a lo largo del camino. Por ello, hay que aprender a "Dejar ir". Porque la vida está llena de momentos que demandan el "Desprenderse". Deben soltarse de la mano, los hijos de sus padres, cuando logran caminar por sí solos; se despegan del nido; se despojan de recuerdos las personas que considerándose esclavas del pasado, desean vivir más intensamente el presente y lanzarse a la conquista del futuro. Hay que aprender a "Dejar ir", al amigo que después recorrer con nosotros parte del camino, opta por seguir otros senderos muy lejanos y distintos a los que hemos elegido; duele "Dejar ir" a esa persona que creíamos sería el ser con quien compartiríamos el resto de nuestras vidas, pero que por cosas del destino ya no está con nosotros, se ha ido.

    Es necesario, "Dejar ir" a los seres amados, aunque nos duela demasiado el decir adiós, no entendamos porque no podrán estar más a nuestro lado, o creamos que por tanto dolor que experimentamos, nos han abandonado. No podemos aferrarnos al amigo que está en búsqueda de otro camino; no tenemos el derecho de amarrar a los hijos que quieren correr tras su destino; ni atarnos nosotros mismos a lugares a los que ya no pertenecemos, a las cosas que no poseemos; porque no puede haber realización, libertad y paz, donde hay ataduras, dependencias e inseguridad. No es justo retener, ni presionar, aunque nos creamos poseedores de la verdad, o sintamos que al "Dejar ir", de dolor, vacío y soledad nos vamos a morir. La mejor manera de saber si Algo o Alguien es para siempre, es soltarlo y confiar que por sí solo vaya a regresar, es también aprender a dar la oportunidad a que otros respiren otros aires, conozcan más, puedan vivir otras experiencias y tener en sus manos el derecho de elegir, decidir, optar.

    NO ES FÁCIL ENSEÑAR AL CORAZÓN A QUE DEJE IR LO QUE MÁS HA AMADO; porque implica romper un pedazo de nosotros mismos, sentir que algo del alma nos han arrancado; el dolor no deforma, sino que transforma...

    ¿Cómo me sentiría si nunca hubiese visto mi imagen? ¿Qué sensación tendría de mí misma? Hace un par de meses me hice esta pregunta. Todavía no he indagado en su respuesta. Sé que está, y que encontrar esa sensación inexplicable es alcanzar la verdad sobre mí misma. La repuesta no será el descubrimiento de QUIÉN SOY sino de QUÉ SOY.

    Creo firmemente que estamos condicionados por nuestra imagen, nuestro pensamiento y el entorno social. Podemos librarnos de la influencia de lo último e intentar acallar nuestro pensamiento lo más posible para no enfermar nuestra mente, pero… ¿podemos desvincular nuestro modo de sentirnos y de percibirnos a nosotros mismos de nuestra imagen física?

    Últimamente observo en los animales la felicidad plena. No se comportan según se saben estéticamente… tan solo se sienten. Yo quiero sentirme, sin hermosura, sin kilos, sin ojeras, sin colores de ojos, sin melena o pelo corto, sin dolores, sin pecas, sin cicatrices, sin piernas, sin pies pequeños, sin treinta y tantos… solo respirar… y sentir lo que soy.. D TAGLE


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